Meditación semanal 1: Afrontar la resistencia
Sácame de aquí. Recuerdo perfectamente la sensación de leve pánico que me invadió la primera tarde de mi formación como profesora de yoga cuando, sin apenas preparación, nos ordenaron meditar durante treinta minutos. Treinta. Minutos. Sin más. Mi mente empezó a acelerarse. ¿Cómo iba a ser capaz de sentarme allí durante treinta insoportables minutos sin moverme? ¿En qué pensaría? ¿Cómo controlaría el aburrimiento? Me habría retorcido para salir de allí si no hubiera sido por los otros cincuenta estudiantes sentados a mi alrededor. Es increíble lo que se puede soportar con un poco de presión de grupo.
Antes de empezar el curso, pocas de las personas que mejor me conocían describirían mi cerebro como 'zen'. Llegué a la formación de profesores con el cuerpo preparado para el yoga, pero no con la mente lista para la quietud. Empecé temiendo las sesiones diarias (dos veces al día, de 30 a 45 minutos cada una), pero pronto eso se convirtió en intimidación y luego en desafío. Nunca sabía cómo irían las cosas cada vez que me sentaba. Pero la clave era que lo intentaba. Lo intenté todos los días, dos veces al día, durante un mes.
Resulta que la meditación es una cuestión de persistencia. Un pequeño esfuerzo se convirtió en una práctica profundamente gratificante: Aprendí que los obstáculos forman parte de la experiencia, que no hay forma de hacerlo mal, que la quietud es lo contrario del aburrimiento y, sobre todo, sentí que por fin controlaba mi caos mental. Sin embargo, en lo que respecta a las recompensas de la meditación, no tienes por qué creerme. Desde los antiguos budistas hasta los espiritualistas de la nueva era, desde la psicología pop hasta las ciencias empresariales, la meditación y la atención plena se anuncian como la llave de oro del bienestar. Los beneficios de la meditación no son ningún secreto.
Existen numerosas investigaciones sobre los beneficios mentales, emocionales e incluso físicos de la meditación regular. Sin embargo, el verdadero impacto se comprende mejor a través de la experiencia: hay algo misterioso y poderoso que sucede cuando uno se toma unos momentos para enraizarse firmemente en el presente. Entonces, ¿por qué no meditar? En teoría, la meditación puede parecer bastante sencilla. Siéntate. Respira. Ser. En la práctica, sin embargo, puede ser cualquier cosa menos eso. Las agendas apretadas, la ansiedad y una mente acelerada pueden hacer que la idea de sentarse quieto resulte imposible. A pesar de la infinidad de técnicas y filosofías a nuestro alcance, me he encontrado con muchos amigos que se han sentido abrumados por todo y han necesitado un poco de ayuda para empezar. Empezar cualquier práctica comienza con unos cuantos pasos pequeños y bien pensados, y esta serie está diseñada para ayudar a dar unos cuantos pasos hacia los hábitos de una práctica regular de la meditación.
SEMANA 1: VENCER LA RESISTENCIA
A pesar de llevar más de una década dedicada al yoga, hay momentos (incluso meses) en los que mi esterilla es el último lugar del mundo en el que quiero estar. A veces nos encontramos resistiéndonos mental, física o emocionalmente a las cosas que nos hacen sentir mejor. Esta es la parte complicada de las prácticas de toda la vida. La fuerza de la resistencia que parece provenir del interior es desalentadora y puede ser tentador no afrontarla de frente. Pero, en realidad, no es algo estático, sino fugaz, que decae si lo vemos como algo superable. Tenemos que pensar en la resistencia como en un músculo. Cuando elegimos no enfrentarnos a ella -incluso de formas aparentemente pequeñas o insignificantes-, se hace más fuerte. La clave es hacer un pequeño esfuerzo -cualquier esfuerzo- para mantenerla bajo control. Cuando no me veo haciendo una clase entera de yoga, me comprometo aunque sólo sean 5 minutos de estiramientos profundos. Empezar es a menudo todo lo que necesitas para enfrentarte a tu resistencia. El objetivo de la meditación de esta semana es jugar con nuestro poder para vencer la resistencia, flexionar un músculo mental y ver si puedes crear un poco de espacio para sembrar un nuevo hábito.
Esta semana, todo lo que tienes que hacer es encontrar cinco minutos al día para sentarte en quietud y respirar profundamente. La forma más fácil de hacerlo es a la misma hora cada día. No tienes que preocuparte de cómo estás sentado ni de dónde estás. Sólo tienes que programar un temporizador, cerrar los ojos y respirar. Si cinco minutos te parecen imposibles, haz tres. Si tres te parecen demasiado, haz uno. Elijas lo que elijas, comprométete a hacerlo. Cuéntanos cómo te va y no te olvides de volver la semana que viene para dar otro pequeño paso hacia una buena práctica de la meditación.
